Buen día maestro Andrés, colegas y amigos:Yo soy Ingeniero Bioquímico en Ciencias Marinas y Tecnología de alimentos, desde que estudié la carrera tenía en mente trabajar en la Industria Pesquera, yo soy porteña, estudié en el Puerto de Guaymas y trabajé en Mazatlán; durante años laboré en esa industria, un tempo como Auditor de Calidad, viajando a los distintos Puertos de la República Mexicana y después como Jefa del Departamento de Control de Calidad, en ese tiempo nunca pasó por mi mente ser docente, después de un tiempo tomé la difícil de venir a vivir al D.F., lo que implicaba dejar la Industria Pesquera, llegué aquí y trabajé en otras industrias, en uno de esos cambios fue cuando por primera vez pensé en dar clases, ¿Porqué? Pues pensé que en lo que decidía en que Industria quedarme podría dar unas cuantas horas de clase en alguna escuela, así que ese fue mi inicio, tuve que prepararme muchísimo, empecé con Química, estudiaba muchas horas al día y dormía poco, ahí me di cuenta que el trabajo de un Maestro no es de unas cuantas horas; otro punto difícil para mi era impartir clases a chicos tan inquietos, mi trabajo anterior era totalmente distinto y además mis percepciones monetarias eran casi nulas comparadas con las anteriores, así estuve dos años, y decidí regresar a la Industria, estuve dos años más ahí y en ese tiempo tuve la oportunidad de evaluar, comparar y decidir a que me quería dedicar, la industria me gustaba, pero la pesquera y aquí en el D.F. no existe, empecé a darme cuenta que el trabajo que realizaba era más para satisfacción mía, tanto personal, profesional y económica, y… tomé la decisión de dejar todo y dedicarme a la docencia: una carrera de servicio.
Al regresar ya venía con una determinación firme: prepararme, estudiar y aprender a ser Maestra, conocía perfectamente que implicaba sacrificios como el monetario, ya lo había vivido así que sabía lo que tenía que hacer, y eso es lo que he hecho durante los últimos 10 años, tomar cursos, talleres, diplomados, he impartido cursos de grupos cooperativos, coordinado un diplomado y las satisfacciones nunca terminan, la interacción con los jóvenes, la oportunidad de trasmitirles el conocimiento y ayudarlos a construir su propio aprendizaje, el gusto de ver sus rostros cuando han aprendido algo nuevo, cuando han asimilado un conocimiento o adquirido una nueva destreza o están haciendo cambios en sus actitudes, es grandioso.
Los alumnos que atiendo son siempre de entre 15 y 17 años, la que crece cronológicamente soy yo, por lo tanto, cada nueva generación es un desafío, un aprendizaje y una preparación para mí para lograr entenderme con ellos y estar “en sus zapatos”.
Saludos.
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